Actúa oportunamente contra el ACV

Infarto cerebral: síntomas, consecuencias y prevención

Infarto cerebral

Síntomas del infarto cerebral

Un infarto cerebral es una emergencia médica que le puede suceder a cualquier persona sin importar su edad, género, ni posición geográfica. En esta enfermedad cerebrovascular quien la padece puede sufrir grandes consecuencias en su cerebro e incluso quedar con secuelas para toda su vida, por ello es importante que continúe leyendo y aprenda sobre qué hacer en caso de que alguien cercano presente un infarto cerebral.


Así como en un infarto de miocardio, en el
infarto cerebral hay una lesión por obstrucción del flujo sanguíneo hacia el cerebro y la masa encefálica empieza a morir, lo que hace que algunas funciones del cuerpo empiecen a afectarse.


Este evento es caracterizado por un déficit neurológico persistente por más de 24 horas, que refleja el compromiso del sistema nervioso central. Los signos y síntomas focales de un
infarto cerebral sugieren el área cerebral irrigada por el vaso sanguíneo ocluido. 


Así mismo, el infarto cerebral puede darse de manera hemorrágica o isquémica. En este último, la oclusión de un vaso sanguíneo compromete la irrigación de una región del tejido cerebral, donde las neuronas son privadas de glucosa y oxígeno, produciendo síntomas y signos que dependen del funcionamiento de esa zona, y a menos que la reperfusión se inicie oportunamente, puede conducir a la muerte celular con secuelas irreversibles. Los dos mecanismos patogénicos asociados al desarrollo de un infarto cerebral isquémico son: la trombosis y la embolia. 


Por su parte, el infarto cerebral hemorrágico es causado por el compromiso focal por la sangre y su rápida coagulación que interfiere con el funcionamiento neuronal a través de la   compresión o destrucción del tejido cerebral, o simplemente por la dispersión sanguínea en el espacio subaracnoideo puede afectar zonas alejadas de la hemorragia, conllevando al desarrollo de edema cerebral e isquemia. 


Mecanismo fisiopatológico del infarto cerebral


La muerte neuronal se produce cuando hay una reducción del flujo sanguíneo por debajo de 10 mL/100 g/min. El cerebro es un órgano que requiere un suministro constante de oxígeno, glucosa y nutrientes. Por lo tanto, los primeros cambios en el territorio comprometido por la lesión sufren una disminución del ATP celular (molécula energética), lo que conlleva a la obtención de energía  a partir de otras vías metabólicas como la glucólisis anaerobia (sin oxígeno).



Seguido a esto, se produce la acumulación de iones de potasio (K) en el espacio extracelular y de sodio (Na) en el espacio intracelular, alterando el potencial de membrana neuronal; en el mismo proceso aumenta la entrada de calcio (Ca), y se da inicio al proceso de muerte neuronal dando origen a los síntomas de infarto cerebral.


Ambos tipos de infarto constituye la tercera causa de mortalidad a nivel mundial; debido a su frecuencia e impacto social y económico, es considerado como un problema de salud pública, donde la prevención primaria (educación del paciente, modificación de factores de riesgo, tratamiento antitrombótico y revascularización), es el principal y más efectivo medio para reducir su incidencia. 


Consecuencias de un infarto cerebral


Si alguien sufre un ataque cerebrovascular (ACV) y no recibe atención adecuada en menos de 4.5 horas, puede quedar con secuelas graves, como discapacidad temporal o permanente, estas consecuencias varían según el tiempo que transcurre desde que se impide el paso de oxígeno al cerebro.


Las secuelas más comunes son: 


Parálisis o pérdida del movimiento:
uno de los síntomas que se presentan en la enfermedad cerebrovascular es la pérdida de fuerza en las extremidades, esta condición puede extenderse por mucho tiempo, lo cual debe tratarse con terapias que permitan que los músculos vuelvan a tomar fuerza y le permitan al afectado moverse como antes.


Problemas emocionales:
los sobrevivientes de un infarto cerebral pueden presentar problemas con sus emociones, pues si quedan secuelas como discapacidades físicas o cognitivas, la persona podría deprimirse al tener que enfrentar el mundo con una calidad de vida diferente.


Cambios de comportamiento:
alguien que haya pasado por un ACV puede presentar cambios drásticos en su estado de ánimo e irritabilidad. Además, puede volverse introvertido y por esto que debe contar con la asistencia de un psicólogo (o de un psiquiatra) durante el proceso de recuperación. ⠀⠀⠀


Dificultad para hablar:
esta es una consecuencia que atañe a la incapacidad muscular para articular palabras o al mal funcionamiento de la parte del cerebro encargada de generar las palabras y su organización en frases comprensibles, lo que no permitirá que la persona pueda hablar con normalidad, para esto lo indicado es que el paciente realice terapias de lenguaje.


Dificultad para deglutir (tragar):
pueden presentarse afecciones en los músculos de la boca y la garganta, provocando una incapacidad para tragar o deglutir llamada disfagia.


Dolor:
en la mayoría de casos un ACV afecta solo un lado del cerebro y el cuerpo y durante la recuperación se puede presentar dolores en la zona que se paralizó. También es posible que las partes del cuerpo afectadas se vuelvan más sensibles a los cambios de temperatura, especialmente al frío. 


Síntomas de infarto cerebral


Los síntomas de infarto cerebral casi siempre inician de forma súbita y dependen de la extensión de la lesión o la severidad de la isquemia, y los mecanismos fisiopatológicos posteriores. Puede comprometer el territorio anterior o carotídeo en los tejidos irrigados por las arterias cerebrales media, anterior y posterior. Algunos síntomas incluyen:


  1. Hemihipoestesia (adormecimiento de un lado del cuerpo).
  2. Hemiparesia (debilidad de un lado del cuerpo).
  3. Dificultad para hablar y entender.
  4. Desviación súbita de la comisura labial (boca torcida).
  5. Pérdida de la visión en uno o los dos ojos, o visión doble.
  6. Dificultad para caminar, acompañado de mareos o pérdida del equilibrio o la coordinación.
  7. Dolor de cabeza intenso y repentino sin causa conocida, que puede en ocasiones estar acompañado de vómitos.
  8. Dificultad para deglutir.
  9. Alteración del control de tu vejiga e intestinos.


Mecanismos desencadenantes de un infarto cerebral


Causas frecuentes 


  • Aterosclerosis: acumulación de grasas, colesterol, fibrina y células de defensa en las paredes de las arterias.
  • Embolia cardíaca: obstrucción repentina de una arteria, debido al desplazamiento de un coágulo producido en el corazón. Los factores de riesgo para el desarrollo de un émbolo son la fibrilación auricular, lesiones o daños en las paredes arteriales, afecciones o tratamientos que incrementen la coagulación sanguínea.
  • Evento trombótico: caracterizado por el estrechamiento u oclusión de una arteria cerebral intra o extracraneal. El infarto tipo trombótico es originado cuando un coágulo sanguíneo se forma sobre una placa aterosclerótica u otra lesión vascular.


Causas menos frecuentes


  • Estado hipercoagulable primario
  • Hipotensión
  • Enfermedad de Moyamoya
  • Vasculitis


Factores de riesgo


Los principales factores de riesgo para el desarrollo de un infarto cerebral son la hipertensión arterial, la enfermedad cardiaca isquémica y arrítmica, la diabetes mellitus, la enfermedad valvular cardiaca, el abuso de alcohol y sustancias psicoactivas u otros trastornos que predisponen a aterosclerosis de las arterias cerebrales.


Por tal motivo es importante reducir estos factores de riesgo y algunos métodos para ello son: 


Presión arterial:
se ha demostrado que el tratamiento con antihipertensivos puede prevenir eficazmente el desarrollo de un ataque cerebrovascular; cada disminución de 10 mmHg en la presión arterial sistólica, reduce hasta en un 30% el riesgo de infarto cerebral isquémico o hemorrágico, independiente del nivel inicial de presión arterial. El tratamiento farmacológico de primera línea son los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), acompañada de diuréticos. 


Glucemia:
generalmente los pacientes diabéticos, específicamente los del tipo 2, presentan un riesgo elevado de aterosclerosis, por el aumento de la presión arterial, la obesidad y las alteraciones lipídicas. El control estricto de la glucemia permite reducir las alteraciones vasculares (sobretodo el infarto de miocardio) que a su vez reduce las alteraciones macrovasculares de los infartos cerebrales. Idealmente se busca una HbA 1c < 6,5%, no obstante, la terapia farmacológica debe adaptarse a la condición fisiológica, comorbilidades, riesgo iatrogénico de cada paciente. 


Lípidos:
se ha demostrado que el uso de atorvastatina (40-80 mg/ cada noche), puede reducir hasta en un 20 % el riesgo de padecer un infarto cerebral. Es por este motivo que en pacientes con trastornos lipídicos se recomienda la prescripción de estatinas con el objetivo de reducir los niveles de colesterol de baja densidad. Asimismo, es indispensable acompañar el tratamiento farmacológico con una dieta balanceada, rica en frutas, verduras y ácidos grasos de origen vegetal, así como de actividad física regular para controlar el perfil lipídico y la obesidad. 


Tabaquismo:
ejerce un efecto nocivo especialmente sobre el endotelio de las arterias, incrementando el desarrollo de aterosclerosis, debido a que aumenta los niveles de LDL (colesterol de baja densidad), de ácidos grasos libres, y disminuye los de HDL (colesterol de alta densidad que tiene efecto protector y anti-aterogénico) y óxido nítrico. Asimismo, promueve la agregación plaquetaria, la liberación de sustancias vasoconstrictoras que incrementan la viscosidad sanguínea promoviendo la formación de trombos. En este sentido, se recomienda suspender el consumo de tabaco. 


Alcohol:
el consumo regular de alcohol superior a 60 g/día se asocia a un incremento del riesgo de ACV, según lo han comprobado varios estudios con población general. Una cerveza de 5 grados de alcohol y 33 cl aporta 13,2 gramos de alcohol. Por el contrario, un consumo moderado (12-24 mg es decir hasta dos cervezas o una copa estándar de vino) por día no supone un riesgo elevado para el desarrollo de ataque cerebrovascular o enfermedad coronaria. 


Antitrombóticos:
se ha evidenciado que el tratamiento con antiagregante plaquetario (aspirina, clopidogrel o dipiridamol), reduce el riesgo de desarrollo de un infarto cerebral o infarto de miocardio. 


Prevención y recuperación


Ten muy presente las siguientes recomendaciones para reducir la probabilidad de padecer un evento de este tipo. Estas recomendaciones son las mismas para evitar un ACV. 


  • Mantener una dieta saludable rica en ingesta de verduras, frutas, nueces, granos integrales, proteínas de origen vegetal o animal y pescado. Asimismo minimizar el consumo de grasas trans, productos procesados, carbohidratos refinados y bebidas carbonatadas.
  • Para individuos que presenten sobrepeso y obesidad, se recomienda el asesoramiento de un nutricionista para llevar a cabo una restricción calórica de manera segura.
  • Todos los adultos deben realizar mínimo 150 minutos semanales de actividad física de intensidad moderada o 75 minutos semanales de intensidad vigorosa.
  • Dejar de fumar. Si eres fumador activo, busca asesoramiento sobre la terapia farmacológica de reemplazo de nicotina, bupropión o vareniclina.
  •  La terapia farmacológica con estatinas es el tratamiento de primera elección para la prevención de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica en pacientes con niveles elevados de colesterol (190 mg / dL o más); aquellos que presentan diabetes mellitus que se encuentran en rangos de edad entre 40 y 75 años de edad. 
  • Se recomiendan las intervenciones no farmacológicas para todos los adultos con hipertensión, en la cual se eduque al paciente sobre la importancia de una dieta equilibrada y las posibles consecuencias de la poca adherencia al tratamiento. Para aquellos que requieren terapia farmacológica, la presión arterial objetivo generalmente debe ser inferior a 130/80 mm Hg.


Tras un infarto cerebral el proceso de recuperación  puede durar seis meses o más, dependiendo de la gravedad de los daños cerebrales. La rehabilitación debe ser física y psicológica porque ambos aspectos se ven gravemente afectados.


Un punto muy importante en el proceso de recuperación es el acompañamiento y apoyo de la familia, ya que son los miembros de esta los que le brindarán ayuda a la persona afectada, serán su apoyo y motivación. Además, es vital que la familia aprenda sobre los cuidados que debe tener el paciente cerebrovascular, pues en la mayoría de casos pierde gran parte de la movilidad y necesitará de bastón, muletas o aparatos ortopédicos y hasta adaptaciones especiales en el ambiente físico de la casa de habitación.


El tiempo y la paciencia son dos puntos a tener en cuenta durante el proceso de rehabilitación, no hay que desesperarse ni comparar el tiempo de recuperación con otros pacientes, cada quien tiene un ritmo diferente dependiendo de algunas características como la edad, el sexo, el estilo de vida y la plasticidad cerebral.


Recuerda que en casa, los pacientes de ACV pueden realizar algunos ejercicios que pueden ayudar a su recuperación. Si quieres conocer cuáles, te invitamos a leer el siguiente artículo
: Ejercicios para pacientes con ACV que se pueden hacer en casa


Como puedes darte cuenta el infarto cerebral es una enfermedad a la que debemos prestarle mucha atención y por esa razón hemos desarrollado este artículo para que tengas claro las consecuencias y las precauciones que puedes tomar para evitar este tipo de eventos. 


Esperamos que te haya sido de mucha utilidad este artículo y recuerda que puedes visitar
nuestro blog para más información sobre ACV y otras enfermedades cerebrovasculares. 

Obtén más información sobre el ACV
Share by: